Nota publicada por CNN
(CNN) –– La reina Isabel II murió a los 96 años este jueves, confirmó el Palacio de Buckingham. Gran Bretaña se despide de la monarca con el reinado más largo de su historia: cumplió 70 años en el trono este 2022. Falleció en el castillo de Balmoral en Escocia después de que los médicos dijeran que se habían preocupado por su salud el jueves.
“La reina murió en paz esta tarde”, anunció la Familia Real en sus cuentas de redes sociales. Su hijo Carlos, que ahora es rey, regresará a Londres el viernes.
El primero en la línea de sucesión es Carlos, el príncipe de Gales e hijo mayor de la reina. Es el monarca británico heredero al trono que más tiempo ha esperado, pues es el aparente heredero desde los 3 años. También es el primero en obtener un título universitario. Desde 2005, está casado con Camilla, la duquesa de Cornualles.
Se espera que se anuncien detalles sobre las honras fúnebres para Isabel II.
Cumplió con su deber hasta el final
«Mi vida siempre estará dedicada a su servicio».
Fue un voto que hizo repetidamente a lo largo de su reinado sin precedentes, más recientemente en un mensaje que marca el aniversario 70 de su llegada al trono.
Es posible que Isabel II no haya nacido para ser monarca, pero una vez que intervino el destino, dedicó firmemente su tiempo en la tierra al deber y al servicio.
Incluso en los últimos años de su vida, como muchos especularon sobre si daría un paso atrás o tal vez incluso abdicaría, se mantuvo resuelta en su devoción por su papel.
A medida que la pandemia de coronavirus arrasaba el mundo en 2020, la reina y su esposo, el príncipe Felipe, se retiraron de Londres al Castillo de Windsor. Como en otros momentos de crisis, la nación buscó tranquilidad en el monarca, quien evocó referencias bélicas antes de declarar con firmeza «lo lograremos».
Deseosa de seguir estando presente en la vida pública en medio de los confinamientos y las medidas de distanciamiento físico, dio un giro como lo hicimos muchos de nosotros y comenzó a trabajar desde casa, participando en compromisos virtuales y realizando más llamadas.
Tras la muerte del duque de Edimburgo en abril de 2021, reanudó sus deberes reales con la firmeza típica.
Su primera aparición pública se produjo un mes después de la muerte de su “fuerza y permanencia” con la Apertura Estatal del Parlamento.
Dio positivo por covid-19 en febrero de 2022, aunque continuó con algunas de sus tareas livianas a pesar de sufrir síntomas leves parecidos a los de un resfriado.
En julio, viajó a su casa escocesa privada de Balmoral para comenzar sus tradicionales vacaciones de verano. El 6 de septiembre, la reina recibió al ex primer ministro Boris Johnson en el castillo de Balmoral cuando este dejaba el cargo antes de saludar a Liz Truss para pedirle que formara un gobierno y se convirtiera en primera ministra. La audiencia histórica fue la primera vez que la monarca de 96 años llevó a cabo el deber clave en su retiro en Aberdeenshire, en lugar del Palacio de Buckingham de Londres.
La noticia de su muerte realmente marca el final de una era para el Reino Unido, ya que la mayoría de su gente no ha conocido a ningún otro monarca a la cabeza.
Elizabeth Alexandra Mary, «Lilibet» para sus amigos, nació el 21 de abril de 1926. Y solo una década más tarde Isabel supo que estaba realmente destinada a dirigir un imperio.
Y se trató de un ardid de la historia, obra del escándalo: su tío Eduardo abdicó para poder casarse con Wallis Simpson, una mujer estadounidense divorciada, el amor de su vida, pero un impedimento para el trono.
El padre de Isabel se convirtió en rey. Y ella resultó la heredera por accidente. Y desarrolló un profundo sentido del deber.
Incluso antes de ser coronada, Isabel se dedicó en cuerpo y alma a desempeñar su papel «real».
«Declaro ante todos ustedes que toda mi vida, sea corta o larga, estará dedicada a vuestro servicio y al servicio de esta gran familia imperial a la cual todos pertenecemos».
«Creo recordar haber oído ese discurso y lo recuerdo muy bien, recuerdo ciertamente haber leído no muchos años después la forma en que dedicó su vida al país; fue un ejemplo de lo que sentí exactamente años más tarde cuando crecí; de eso se trataba: de dedicar tu vida a tu país».
Durante más de medio siglo, condujo su imperio y luego lo vio decaer, en un descenso controlado, en lo que se conoció como la mancomunidad británica de naciones, una asociación de países ahora independientes. 16 países la mantuvieron como la jefa simbólica del Estado.
Por décadas ha soportado todo lo que la historia y su familia le han puesto por delante, con una reconfortante compostura.
Su reinado comenzó cuando Winston Churchill era primer ministro.
«Recuerda haber aprendido de sus padres la importancia de mantener de su lado a Estados Unidos durante la guerra. Y Estados Unidos entró en la guerra. Lo recuerda muy bien. Recuerda a los soldados estadounidenses, el Día D y todo eso. Para ella, fue una parte importante de su crianza», dice Robert Hardman, autor de Our Queen.
El monarca británico no tiene poder político, pero Isabel tenía inmenso poder como figura insigne, como se demostró en el 2011 en la primera visita de Estado de un monarca a la vecina Irlanda, desde que este país se separara del Reino Unido.
Carlos es ahora rey del Reino Unido
Carlos se convirtió inmediatamente en rey tras la muerte de su madre, la reina Isabel II.
“Un momento de la mayor tristeza para mí y todos los miembros de mi familia», dijo Carlos en un comunicado emitido tras el fallecimiento de su madre.
Como heredero aparente desde la edad de tres años, ha sido el heredero al trono con más años de servicio en la historia británica.
Al convertirse en soberano, Carlos tiene la opción de tomar cualquier nombre que elija para su reinado. Por ejemplo, el verdadero nombre del rey Jorge VI era en realidad Alberto. Dos monarcas anteriores se han llamado Carlos.
Carlos ya había asumido algunos de los compromisos de la reina este año, ya que su salud se había convertido en una preocupación suficiente para cancelar algunos de sus compromisos, incluida la apertura estatal del Parlamento.
Tanto Carlos como el Príncipe William habían colaborado al deber diario de la reina. Ambos habían sido activados como Consejeros de Estado, donde la reina delega su poder soberano para fines específicos, y estaban obligados a estar aún más disponibles para esas funciones.