Al menos uno de cada seis jóvenes, principalmente mujeres, en el mundo ha dejado de trabajar desde el comienzo de la pandemia de la COVID-19, señala un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Notimex
Ginebra; 27 de mayo de 2020.- Al menos uno de cada seis jóvenes, principalmente mujeres, en el mundo ha dejado de trabajar desde el comienzo de la pandemia de la COVID-19, señala un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
«La crisis de la COVID-19 está afectando a los jóvenes con mayor gravedad y rapidez que a cualquier otro grupo. Si no tomamos medidas inmediatas y significativas para mejorar su situación, el legado del virus podría acompañarnos durante décadas.
«Si su talento y energía son marginados por falta de oportunidades o de competencias, esto ocasionará un daño al futuro de todos nosotros y hará que sea mucho más difícil reconstruir una mejor economía post-COVID”, declaró Guy Ryder, director general de la OIT, al presentar el informe.
En el informe denominado Observatorio de la OIT: La COVID-19 y el mundo del trabajo, se precisa que dichos jóvenes están siendo afectados de «manera desproporcionada» por la pandemia, y que el incremento rápido del desempleo juvenil registrado a partir de febrero de este 2020 afecta presamente con más dureza a las mujeres que a los hombres jóvenes.
Con estos datos, la OIT revela que este segmento de la población también es uno de los más golpeados por la crisis sanitaria que todavía no termina.
«La pandemia inflige un triple impacto sobre los jóvenes. No sólo destruye sus empleos, sino también su formación, y coloca grandes obstáculos en el camino de quienes buscan entrar en el mundo del trabajo o de cambiar empleo», expresa el informe, dado a conocer este miércoles aquí.
De acuerdo a los datos manejados por la OIT, en el 2019, la tasa de desempleo juvenil del 13,6 por ciento, ya era más alta que la de cualquier otro grupo poblacional. Había alrededor de 267 millones de jóvenes (o uno de cada cinco a nivel mundial) que no trabajaban, ni seguían una educación o formación profesional.
Los jóvenes de entre 15 y 24 años que estaban empleados, además, tenían mayores probabilidades de estar en formas de trabajo que los hacía más vulnerables, como ocupaciones mal remuneradas, en el sector informal, o como trabajadores migrantes.
El informe de la OIT pide respuestas políticas urgentes, concretas y a gran escala dirigidas a apoyar a los jóvenes, incluidos los programas amplios de garantía de empleo/formación en los países desarrollados; así como programas intensivos en empleo y garantías en los países con economías de ingresos medios y bajos.